Como afectan las emociones al sobrepeso y la obesidad

Comer compulsivamente cuando sufrimos ansiedad; compensar la tristeza con dulces; asaltar el frigorífico y darnos un atracón…Conductas emocionales que influyen en el sobrepeso y la obesidad. Una dieta no es suficiente para bajar de peso si no se tratan también las emociones.

La alimentación consciente no se consigue de la noche a la mañana. Requiere de práctica, pero si te propones hacerlo durante todas tus comidas podrás ver resultados positivos como:

-Descubrir las razones por las que comes y qué emociones están detrás de lo que comes.

-Si lo que comes el nutritivo o no.

-La forma, aroma, sabor y sensaciones de cada alimento que comes.

-Qué nivel de saciedad sientes al terminar de comer.

-Qué sientes antes y después de comer, de esta manera empezarás a elegir mejores alimentos.

Nosotros aquí en Clínica Rinos,  tras muchos años tratando la obesidad, la experiencia nos ha demostrado que si no hay seguimiento no hay resultados. Nuestro tratamiento médico multidisciplinar de la obesidad lo llevan a cabo especialistas con un tratamiento personalizado, seguimiento nutricional, seguimiento psicológico, quienes se encargarán de la correcta evolución del paciente para conseguir un cambio de hábitos y asegurar así los resultados a lo largo de su vida.

La clave está en el cambio pequeño, progresivo y asumible, porque el cambio lo es para siempre, y no para un momento concreto de mi vida.

Se analizan cinco dimensiones: D (desorganización); I (impulsividad); E (emocional); T (traumática) y A (adictividad) en diferentes niveles.

La D se refiere a una desorganización del estilo de vida que lleva a ejecutar hábitos poco sanos;

la I se refiere a la impulsividad a la hora de comer, a la ausencia de autocontrol;

la E es la emoción (que tiene dos partes: una relacionada con la ansiedad y otra con la depresión);

la T es haber vivido una experiencia traumática; y

la A es la adicción a la comida.

Sobre la adicción a la comida, los hidratos de carbono y los azúcares, con hábitos de alimentación poco saludables, pueden provocar una activación intensa y rápida de la dopamina, una hormona que regula el placer y todo lo que lo activa tiende a repetirse, creando una necesidad de comer.

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